viernes, 27 de abril de 2012

Los cubanos y la reconciliación

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(Por Geandy Pavón)

Mucho se habla en estos días de reconciliación entre cubanos, y la iglesia católica, ni corta ni perezosa, ha asumido, al menos retóricamente, el rol de “mediador”. No es de extrañar esta palabra en boca de las autoridades religiosas, sobre todo si tenemos en cuenta que la reconciliación es un sacramento católico.

Pero la reconciliación para los católicos comienza en casa, es decir, ocurre de forma íntima, personal, a través de la confesión. El cristiano católico, antes que nada, debe buscar reconciliarse consigo mismo.

En el plano social y político la reconciliación necesita de un contexto totalmente diferente, porque trasciende la esfera de lo privado para entrar en la esfera de lo público. Este proceso solo es viable a través de una asamblea Inter pares, en condición de igualdad. La reconciliación es un fenómeno solamente posible en un estado post-conflicto.

Por tanto, cuando la iglesia habla de reconciliación entre cubanos, no solo lo hace fuera de los márgenes de la religión, sino que se precipita al terreno político. Al mismo tiempo, acusa paradójicamente a otros actores de querer que esta institución asuma una postura ética ante la represión por razones políticas, actores que le exigen que actúe en un terreno que, según la iglesia, no le corresponde.

Recientemente, en una conferencia en la universidad de Harvard el cardenal Jaime Ortega hablaba una vez más de reconciliación, sin embargo, el líder de la institución que ha pretendido encabezar este proceso decía lo siguiente al referirse al grupo de 13 disidentes que ocuparon una iglesia en la Habana: “me apena mucho, pero todos eran antiguos delincuentes… había toda una gente allí sin nivel cultural, algunos con trastornos psicológicos…”, concluyendo que estos son grupos organizados y financiados desde Miami.

Me pregunto si es posible una reconciliación cuando el posible mediador ha adoptado de antemano el lenguaje del victimario. A raíz del escándalo por la muerte en huelga de hambre del prisionero de consciencia Orlando Zapata Tamayo, un editorial del periódico Granma decía lo siguiente: “…un preso común que fue estimulado una y otra vez por sus mentores políticos a iniciar huelgas de hambre que minaron definitivamente su organismo".

Entiendo que la iglesia en su papel de mediador trate de evitar algunas palabras y definiciones como: “dictadura”, “represión”, “asesinato”, etc. Lo que no entiendo es que a su vez no evite otras como “delincuentes comunes” para referirse a las víctimas que no tienen derecho a réplica.

Según Jaime, en Miami no se puede hablar de reconciliación. “Cuando yo fui a Miami como cardenal la primera vez, nuestro querido amigo desaparecido ya, obispo Román, me llamó aparte y me dijo: en tus discursos, en tus homilías, tú hablas de reconciliación, no menciones esa palabra en Miami”, dice, y concluye: “.es terrible que un obispo, que nosotros tengamos que callar esa palabra que es nuestra…”.

Miami es últimamente el lugar en el que más se menciona esa palabra, quizás por eso, por el uso vano que se le da, es que rebota en su propia vacuidad. Mientras los académicos y religiosos hablan de reconciliación, y se regodean en su exégesis, el resto de los cubanos actuamos reconciliatoriamente sin hablar tanto de ello. Miami es la cuna de la reconciliación, donde los antiguos funcionarios del régimen toman café en el Versalles en compañía de expresos políticos, donde un anticastrista manda dinero a su hermano del MININT y un ex-chivato hace las veces de experto en la televisión local. El perdón no es legislable, es un acto personal y no se percibe si no se pone en práctica, por mucho que se hable de él. Hay cacareo de reconciliación en estos días “como metal que resuena y címbalo que retiñe”, pero quienes se reúnen en torno al tema solo giran sobre sí mismos y sus intereses, y con la cáscara de la reconciliación pretenden disfrazar y vendernos la resignación.

El totalitarismo cubano, en su nuevo destape como dictadura, ofrece una imagen que lo distancia de su antigua apariencia estalinista y lo acerca más a su versión franquista, con clero, claro está, con cardenal y todo. Ahora los verdugos tienen confesor y el opio de los pueblos ya no es ilegal, ahora es legitimador.
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sábado, 21 de abril de 2012

Queman la bandera cubana en Bolivia

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Foto: ANF. Estudiante de la UPEA quemó la bandera cubana.

En cuanto a quema de banderas se trata, lo que una está acostumbrada es a ver las noticias donde se quema la de USA.

Pero estudiantes de Medicina en Bolivia le dan un giro a la rueda y queman la del país que, en realidad, más los afecta y ahoga en sus reclamos: la cubana.

¡Y nada menos que contra el Evo, que no cambia el origen en su partida de nacimiento para la Habana porque eso ya sí que sería el colmo!

Estudiantes de Medicina queman la bandera cubana en una manifestación contra Morales: Rechazaban la amenaza gubernamental de reemplazar a médicos bolivianos por cubanos y graduados en la Isla debido a las protestas en el sector

No niego que me causa preocupación ver un símbolo patrio del lugar donde nací convirtiéndose en cenizas...

Evidentemente están hasta la coronilla esos muchachos, mal camino al que llevan los gobernantes a sus pueblos... Me puedo imaginar perfectamente que ninguno de estos manifestantes tiene ganas de tener a un cubano a menos de 3 millas a la redonda, apoye o no a los Castro.

Y, bueno, ¡requetesegurísimo que esas imágenes no las pondrán en los noticiarios-papilla del desgobierno en la isla! Y si lo hacen, ¡a que con la coletilla de que la CIA y el imperio mandaron a un mercenario para que encendiera la cerilla y a otro para que hiciera las fotos!


(La foto es de ANF, de la noticia: Manifestación universitaria termina con la quema de una bandera cubana).
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domingo, 15 de abril de 2012

Merecido descanso en las vidas real y virtual

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Una desestima muchas veces, y subestima también, lo necesario que es un descanso "de verdad" para recuperar y recargar energías. Nos sobrecargan tanto lo cotidiano, la familia, el trabajo, la vida real y hasta la virtual que, aún gustándonos que nos apabullen cuando nos dedicamos a ellos, olvidamos que, sin energías, difícilmente podamos enfrentarlos tan o mejor como nosotros quisiéramos.

Es por eso que me di una autoterapia fabulosa y decidí, como no lo hacía en buen tiempo, desconectar, tirar un cable a tierra, cerrar mi abultada agenda de asuntos pendientes y abrir mi booking list para vacacionar unos días con mi pequeña familia cubano-berlinesa.

Valió la pena posponer reuniones, asesorías, limpiezas, visitas, lecturas. En esos días "ausente" me pareció que me faltaba una mano, una pierna, qué sé yo, sobre todo por la desconexión voluntaria de Internet, por no estar pendiente de noticias sobre Cuba, por no pasar la voz con otras para llamar la atención, por no comunicar nada ni comunicarme con nadie.

Pero valió la pena: mi esposo, los dos chiquillos, un can juguetón y yo dimos rueda de lo lindo por el norte de Italia, desconectamos, descansamos. Nos penetraron la piel, nos bañaron los ojos, nos alargaron la existencia la imponente cultura, las amenas costumbres, la deliciosa comida, la agitada vida en Venecia, Florencia y Pisa. Largamos las suelas caminando por ellas y por otras casi diez ciudades italianas.

A veces, no podía evitar comparar, recordar, deplorar... Cuando no me preguntaba "¿Llegará ésto a Cuba?", me decía "¡Claro que aquello no durará una eternidad!". Es cierto que no todos los más de dos millones y medio de cubanos que vivimos fuera de la isla tenemos un trabajo. Es falso que afuera sólo se pasan necesidades, no escasean las tragedias y el capitalismo devora a sus inquilinos. La "famosa" crisis la dibujan en Cuba con otros colores, los más nefastos. Yo no la noté por donde fui, y eso que no sólo visité lugares turísticos, y eso que también sobre Italia se comenta mucho en los círculos sobre deudas, crisis y retroceso...

No pretendo pavonearme de lo visto, lo oído, lo tocado o lo ingerido durante casi dos semanas. Quiero transmitirles que en ellas recargué mis pilas como lo esperaba, como lo necesitaba. No me sonroja hacerles el cuento y menos aún mostrarles tres fotos que hice a unos sueños que quise hacer realidad un día pero que sabía que, viviendo en Cuba, muy probablemente no podría hacer realidad nunca:

Vista del Gran Canal desde el Puente de Rialto, el más famoso de Venecia. Abril 2012


El David de Miguel Ángel. Galería de la Academia, Florencia, Abril 2012


La Torre de Pisa. Pisa, Abril 2012


Recuperé, recargué energías. Descansé. E hice realidad tres grandes sueños. Y ahora, de regreso a mis vidas virtual y real, que son parte de una sola y continúan.
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