miércoles, 2 de enero de 2008

Mi generación también está marcada por las separaciones

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Yo nací en el 69. Un año más tarde la zafra del 70 marcaba mi primera separación de mi padre y, con ella, el comienzo de una lista de distancias subjetivas y objetivas como cualquier otro de mi generación también las ha vivido.

De mi escuela primaria recuerdo muchas cosas aun. Una de ellas, los planes vacacionales y los largos aburrimientos después que tocaba el timbre de salida, esperando siempre a que llegara a buscarme alguien de la casa. Todos trabajaban y a veces me daban las 6pm en la escuela. Más de 30 años después, durante la visita de mi padre a Berlín, me confiesa él que se arrepiente de las reuniones, de los compromisos de trabajo, de las tareas de choque de entonces que lo alejaron de su familia, lo que debía ser lo más importante.

La próxima separación grande ocurrió cuando tenía 12 años y empecé el 7mo grado en una beca. De ella salí hecha ya una mujer, seis años después... También mi madre me confesó el sentirse arrepentida de esa separación en los momentos más difíciles de una persona, el paso de la niñez a la pubertad.

Otras separaciones vinieron después: los trabajos voluntarios en el campo, las reuniones, los estudios, muchas de ellas marcadas entonces con lo que se esperaba de el futuro hombre nuevo que comenta GeNeRaCiOn AsErE en su post ¿Quién nos devuelve ahora esas palabras?. También me duele ver a mis padres marchitos, con nada de lo que tanto anhelaron y defendieron en los mejores años de sus vidas. Las palabras patria, bandera, revolución, no significan lo mismo ahora para ellos. Para mí, menos.

El debate de GeNeRaCiOn AsErE tiene su origen en el post de Ivis en su blog Memorias de una cubanita que emigró con el siglo. Ivis, digo igual: increíble que casi la mitad de los que estudiaron conmigo en la beca, en la universidad, de los que trabajaron luego donde mismo yo lo hice, vivamos en el extranjero. Estas han sido las separaciones más difíciles, como bien dices. Somos emigrantes que hemos dejado atrás a la "patria", la misma que un día lo fue y a la que besamos fervorosamente, la misma que ahora no ve crecer a muchos de sus hijos, la misma que ha perdido miles intentando alejarse de ella. Tantas preguntas me hago diariamente...

Después de 20 años he tenido el privilegio y el inmenso gusto de volver a encontrarme, aunque virtualmente, con muchos de los amigos de la secundaria y el pre. Es lindo ver las fotos de entonces y recordar momentos inolvidables. Triste ver que muchos de ellos ya no viven en Cuba. Esta foto es de aquellos tiempos:

Mi grupo de 9no grado en la playa Bacuranao, a la que fuimos en la primavera de 1985. La mayoría cogió la insolación más grande de su vida! Hubo quien usó para dorarse aceite de cocina alegando que era el mejor para el bronceado, y lo que sí se comprobó fue que el dorador que vendían en las tiendas en los pomitos ámbar de nada sirvió contra nuestro Sol tropical.


Los dejo ahora con un poema de Adalberto Guerra Hernández (Matanzas, 1967):

Oda del emigrante

He soñado que estuvieron las aguas
alguna vez cercando al hombre
que el hombre soñaba que su país
era realmente su país
y no la confusión de otro país en su país,
éste también era mi sueño
mi sueño era limpio como yo soñaba que era mi país,
pero uno tiende a conservar los ojos
ante el pico del cuervo
y evitar la horrible mirada de su cara
uno siempre se inventa un sueño,
una pared de agua que justifique sus propias manchas
uno es a veces más soñador que hombre
y más falso que su propio país.
Yo he soñado que soy el emigrante
que se marcha a conquistar el fuego,
pero el fuego no existe
sólo existen las aguas que me cercan
y yo me invento un sueño
y me marcho a conquistar lo inexistente;
que falsos son los sueños
en que uno puede inventarse su país,
que falsas son estas paredes de agua
que retienen el grito de los que sueñan
que alguna vez su tiempo será limpio.
Soy el emigrante
que ensimismado he vuelto
sobre estos muros de la contradicción y me pregunto
si alguna vez estuve entre los muertos
que heredaron el reino
o entre los vivos
que maldijeron una y mil veces el vientre de su madre
y habitaron una y mil veces el vientre de la bestia
y con beneplácito gozaron de sus carnes,
e hicieron con beneplácito
una trampa azul para sus huesos.
Mas yo estoy marcado por la sangre del cordero
mi frente es el centro del mundo
y en el centro del mundo era el principio de las cosas
y en el principio era el verbo y Dios era el verbo
y yo no estaba y no estaba mi país,
mi país no tiene centro,
ni dioses, ni verbos, ni hombres que sueñan,
sólo las aguas divisorias de familias,
de familias del exilio o familias del odio,
de familias que se fueron a buscar la paz eterna
y encontraron que la conciencia también era una guerra.
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