
El candado blanco es Cuba, árida, seca, donde una idea contraria al gobierno no encuentra cabida, pero del que aún así crecen flores, voces, llenas de color, que son la llave que abrirá nuevos caminos. Y no crece cualquier flor: crece un gladiolo, como los que llevan las Damas de Blanco cuando desfilan por calles de la Habana, cada domingo, por sus hijos, esposos y padres que están presos por pensar diferente.
Aprovecho la ocasión, hoy domingo, para publicar en este espacio un poema que me enviara mi amigo José Caballero Blanco y así acompañar a mi también amigo, bloguero él, Eufrates del Valle, que marcha con esas valientes mujeres cada semana.
Las Damas de Blanco
(Por José Caballero Blanco)
Hoy yo le rindo mi honor
Para las damas de blanco
Quienes tienen gran valor
Sacando al pueblo del estanco
En que lo tiene el dictador
Para ti valiente hermana
Que defiendes tu ideal
Cómo lo hizo Mariana
Llevando en ti la moral
De toda mujer cubana
Sin nunca dejarte doblegar
Haciendo frente al tirano
Han aprendido a luchar
Con una flor en la mano
Sabiendo que han de triunfar
Y a esas que con su oración
Implorada desde un templo
Con su fervor y emoción
Pueden servirnos de ejemplo
Para lanzarnos a la acción
Frente a la chusma traidora
Instrumento de la vileza
Ratas, que temen la hora
De chocar con tu entereza
El día que brote la aurora
Marchando bajo el acecho
De las turbas represoras
Quienes no perdonan el hecho
Que ustedes son luchadoras
Por el humano derecho
Algunos llegan a perder
La hombría y pueden temblar
Pudiéndose entonces ver
Que su puesto lo puede ocupar
El sobrado valor de la mujer
Que su lucha no desmaye
Ni cejen, que la victoria
La que se gana en la calle
Está ya escrita en la historia
Y no creo, que lejos se halle
Pronto llegará el momento
En que limpiemos los lodos
Que ha manchado el pensamiento
Cuando nos unamos todos
Tras un solo sentimiento
Y llevaré yo en mis manos
Una flor, como tu haces
Queriendo que ya los cubanos
Puedan el hacer las paces
Y se quieran como hermanos
La represión habrá acabado
Y existirá en nosotros, la paz
Un sueño por todos ansiado
Cuando nos sintamos capaz
Hacer del odio un desterrado
Cuando la libertad cual campana
Suene en la ciudad y en el campo
Podré decirle, admirada hermana
A ti, la firme dama de blanco
Ejemplo digno de mujer cubana