jueves, 4 de agosto de 2011

El hambre de espíritu duele mucho más que el hambre de estómago

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En una ciudad X, desde un hotel Y, y con amenos Z ronquidos a mi espalda, pasé por el post del blog Penúltimos días Contra la estafa y, tan largo se me hizo el comentario que quería escribir, que decidí colgarlo aquí en mi blog como un post.

Este es mi aporte no-económico al debate allí:

- No regresé a Cuba porque no tenía futuro como profesional en ella.

- No regresé a Cuba porque me exigían regresar antes de terminar un doctorado cuyo tiempo de duración promedio en cualquier universidad seria duplicaba, como mínimo, el que me "daban" para estar afuera.

- No regresé a Cuba porque la investigación y la educación se politizan, a todos los niveles.

- No regresé a Cuba porque quienes decidían cuánto tiempo yo "podía" estar afuera no tenían reparos en buscarse sus viajes, y los de sus amigotes (aún lo hacen), sin importarles talento, ni aptitud, ni decencia.

- No regresé a Cuba porque no quería seguir atrasándome como profesional (en mi campo, el atraso isleño es gigantesco).

- No regresé a Cuba porque me asfixiaba ver a los dirigentes del Partido y de la Juventud metiendo las narices (y garantizando sus viajecitos) en cuanto se decidía en mi centro de trabajo.

- No regresé a Cuba porque no me gustaba que la Seguridad del Estado revisara las cuentas de correo electrónico y otros datos de usuarios en la red de computadoras que yo administraba.

- No regresé a Cuba porque me asfixiaba el tener que ir obligada a la Plaza el 1ro de Mayo, a las aburridas reuniones del sindicato, a los falsos trabajos voluntarios, a las mismas asambleas de siempre para sumar palitos en una lista que se revisaba más tarde para eso mismo: para poder salir de Cuba, por ejemplo.

- No regresé a Cuba porque me cansé de plantear problemas, quejas, sugerencias, y hasta las soluciones en muchos casos, sin que sirvieran para nada. No, no sirvió de nada.

- No regresé a Cuba porque me cansé de la omnipresencia política en todo lo que se hace, en todo lo que se vive, en todo lo que se lee, en todo lo que se oye, en todo lo que se respira, en todo, en todo, en todo.

- No regresé a Cuba porque en el gobierno, a todos los niveles, sobran personas que no me representan ni como mujer, ni como profesional, ni como persona, ni como cubana siquiera.

- No regresé a Cuba porque me juré no tener que cortar más nunca una sábana en tiras para usarlas de almohadillas sanitarias, mientras a mis vecinas "combatientes" no les faltaban ni esas (ni muchas otras cosas) traídas desde los mismísimos almacenes del Comité Central del Partido.

- No regresé a Cuba porque quería poder viajar a otros países sin tener que pedir permiso para ello.

- No regresé a Cuba porque me cansé de la doble moral, de la doble cara, de todos, de todos, de todos.

- No regresé a Cuba porque no quería parir a mis hijos así, esperando un futuro que sólo se conoce de ciertos cargos para arriba.

- No regresé a Cuba porque el tiempo pasaba, pasaba, pasaba y el futuro prometido se me alejaba más y más y más.

- No regresé a Cuba cuando decidí "quedarme" porque pude viajar antes a otros países, del Tercer Mundo todos, por cierto, y comprobar que me mintieron, que nos mintieron descaradamente.

- No regresé a Cuba como mismo ha hecho más de la mitad de los que estudiaron conmigo en la escuela, en la secundaria, en el preuniversitario, en la universidad...

- No regresé a Cuba y, de poder virar el tiempo atrás, lo hubiera hecho antes, mucho antes de lo que lo hice.

Poder tener un trabajo y un salario decoroso, poder ponerme, oir, comer, leer lo que me diera la gana claro que también fueron motivos para no regresar a Cuba, pero no más decisivos que los otros. Que no me disfracen la vergonzosa ineptitud, el vomitivo empecinamiento en mantenerse en el poder y la falta de voluntad política del desgobierno cubano, ni tampoco la triste emigración del 20% de la población de la isla, de "razones económicas".

Nada ni nadie nos robaron nuestros cerebros; nada ni nadie nos pagaron por ello. No le mientan más al mundo, ineptos gobernantes. El hambre de espíritu duele mucho más que el hambre de estómago. Acábenlo de reconocer.

[Comentario que agrego un par de minutos después...]

Se me olvidaba: precisamente por expresarme libremente en las redes sociales, resulta que ese desgobierno me prohíbe la entrada al país, violando derechos humanos elementales de cubanos residentes en el exterior, negándonos la entrada a la isla a muchos de nosotros (yo ni siquiera había pedido ir cuando me dieron "la noticia"), y la salida a otro tanto, a quienes cree su pertenencia. Y aún tiene el cinismo de hablar de razones económicas. Si Ud. es cubano, abra un blog que muestre la verdadera Cuba, no la de los catálogos y la propaganda oficial, y ya comprobará lo que le digo...
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