
(Foto tomada de stuttgart-fotos.de)
Al llegar a Berlín una de las cosas que más trabajo me costó fue entender y respetar el tráfico Alemán: su sistema de señales, las costumbres de sus choferes y las de los peatones. Todo un complejo mecanismo que funciona excelentemente, quizá impresión precipitada de una tercermundista cubana, y que se me hace difícil de criticar. Yo saqué la licencia de conducción en Cuba justo una semana antes de irme de allá en el 99. Nunca más me he montado al timón de un auto. Pero las reglas del tránsito y sus señales son en su mayoría internacionales, así que nada más se trata de entenderlas y respetarlas. No obstante, a veces se agobia una con tantas señales juntas al punto de no entender para qué cosa es cada cual... Otras veces hay señales que no se ven "a simple vista" aunque estén ahí, casi mordiéndote las narices...

Señal viene. Por favor, toque aquí
Un día quise cruzar la avenida Leipziger Str. a la altura de la estación del Metro Spittelmarkt. El tráfico era continuo, denso, peligroso para aventurarse a abordar la otra acera con el muñequito del semáforo de peatones en rojo, como aun seguía después de diez minutos de esperar yo su cambio de color. "¿Y cuál será la frecuencia de cambio de este semáforo? ¿estará roto?", me preguntaba, comenzando a inquietarme.
Unos vendedores de frutas y vegetales tenían una tarima con colores muy llamativos en la acera. Me acerqué a ella para degustar con la vista algunas de las frutas entonces exóticas para mí. Maldición, el semáforo había cambiado y los que habían llegado después que yo habían podido cruzar. Yo no tuve esa suerte. Volví a pararme al borde del asfalto... espera y espera... Me volví a alejar en dirección al puesto de frutas. "¿Será que me están vigilando por una cámara oculta, jugando conmigo?", empezaba ya a dudar.
En eso observo cómo una pareja se acerca al punto donde yo había estado esperando. El hombre tocó con su mano el plástico amarillo que estaba en el poste. El semáforo puso la roja a los autos y el pequeño de peatones anunció la libertad para cruzar. ¡Bingo! ¡Esa era la clave! ¡Pero qué inteligentes los germanos... si no hace falta, ¿para qué cambiar la luz?
Sean sinceros, ¿qué cubano está acostumbrado a buscar información de ese tipo en un poste? Hasta yo cruzaba la calle 23 a medianía de cuadra, mirando para ambos lados y acelerando o disminuyendo el paso de acuerdo a la cantidad de autos que pasaban...