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lunes, 26 de diciembre de 2011

Lo que quedó de las Navidades...

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Lo que quedó..., Navidades 2011

Por estos días recordaba con añoranza la primera vez en mi vida que vi unas bolas de cristal para adornar un árbol navideño. Cuando aquello tenía unos 6 años y el esposo de mi abuela materna, que se divertía haciéndome cuentos e historias fantásticas, escondía unas tres de ellas en una caja, bajo motas de algodón, para darle unos toques mágicos y hacer aparecer, en la esquina donde yo creía se escondía la bola roja, una amarilla dorada que precedía a mi asombro infantil. Nunca supe que eran adornos navideños. Para mí fueron siempre bolas mágicas que, quién sabe cuándo, desaparecieron de su caja y de mi vida en Cuba.

Nunca más vi bolas de cristal de ese tipo sino unos 30 años después, en Caracas, cuando visitara Venezuela a finales de 1996. Mis diálogos eran raquíticos en cuanto a temas sobre Navidades, por eso prefería callar y oir los de los colegas y amigos venezolanos que me rodeaban... Por aquellas fechas supe lo que era una fiesta navideña en familia, probé y vi hacer deliciosas hayacas , vi por primera vez un Nacimiento, admiré contenta los primeros árboles de Navidad en casas de amigos y en plazas públicas, así como también recordé, en silencio, los toques de magia del abuelo en cada adorno de cristal que aparecía ante mi vista.

Pocos años después recibía yo mi primer regalo de Navidad, en Cuba, a unos pocos de comprar los primeros, para mis hijos. Para qué les voy a esconder que mi esposo y yo compramos juguetes como si fueran para nosotros mismos, ante la ausencia permanente de tales objetos infantiles cuando éramos niños ambos. Y tampoco les voy a negar que sufría con cada papel de regalo que rasgaban mis pequeños, acostumbrada a guardar siempre, en Cuba, hasta el más mínimo pedazo de colores para otro regalo futuro en que pudiera usarlo, previo cuidado de no doblarlo más de lo que ya estaba...

Ya no, ya me divierto y disfruto la rapidez con que manitas pequeñas, ávidas de sorpresas, rompen, riegan por el piso, lanzan al aire papeles que envuelven sus sueños y deseos. Y barro más tarde lo que quedó de las Navidades a la vez que pienso en lo efectivo que pudieron haber sido unos pases mágicos del abuelo, no para desaparecer bolitas de colores sumergidas en algodón sino para desaparecer de la isla caribeña a los que nos extirparon tantas preciosas tradiciones. Quizá sí, quizá hubiera funcionado si muchos se lo hubieran propuesto...

Lo que quedó..., Navidades 2010
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lunes, 19 de diciembre de 2011

Navidades enterradas

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En la fiesta navideña del trabajo, hace un par de días, le pregunté a una colega que sé vivió en la antigua RDA (ex-Alemania comunista), si antes de la caída del Muro de Berlín, en 1989, se celebraban fiestas así en los centros laborales de entonces. Dio un brinco en su asiento y me respondió: ¡Pero claro que sí! Me explicó que, cercanos los días navideños, todos se reunían para compartir, comer, beber y cerrar el año rodeados de adornos, motivos religiosos y arbolitos, aunque los jefes y los del Partido Comunista le dieran un corte triunfalista y aglutinador a esos encuentros, tipo 1ro de Mayo.

En Cuba, ni eso, le dije. Los irresponsables que gobiernan mi país desde hace más de cinco décadas se encargaron de que heredáramos de los "hermanos" del campo ex-socialista, sólo lo que les conviniera a ellos. Y, simultáneamente, de enterrar todo lo que oliera a Navidad, hasta la palabra misma. Así fue que millones de cubanos nacidos y crecidos después de 1959 nos vinimos a enterar, bastante tarde, qué eran las Navidades y qué se celebraba con ellas. Ella arqueó sus cejas en gesto compasivo.

Yoani al menos las conoció en secreto, dicha que tuvo. A cientos de miles de cubanos nos las ocultaron totalmente durante décadas y nos inculcaron (o trataron de hacerlo) un recelo y un rechazo enfermizos hacia las verdaderas, mientras salpicaban las universales fechas con consignas revolucionarias y propaganda anticristiana.

Lo triste del asunto: nuestros padres jugaron ese juego, convencidos de que era lo mejor para nosotros y para ellos. Y, al menos mi hermano y yo, vinimos a tener en casa el primer "insulto de arbolito navideño" a mediados de diciembre de 1998. Lo he escrito entre comillas porque era una de las tantas plantas que tenía mi mamá en macetas pero que, por su tamaño y forma, podía acoger motas de algodón simulando nieve y Navidades remotas.

Mi padre puso dos "regalos" al pie de la divina maceta: un avioncito y un carrito de plástico que compró por centavos en una tienda en divisas. El avioncito, para mí. El carrito, para mi hermano. Unos meses después viajaba yo hacia Alemania, donde resido desde entonces...

Mi colega del trabajo rió cuando le conté lo de las motas de algodón. Yo le mencioné que otros adornos no teníamos a mano. Ella siguió participando de la nueva conversación que se iniciaba en la mesa que ocupábamos unas ocho personas. Yo intentaba responderme, en la distancia, con qué derecho unos secuestradores de país nos arrancaron parte de nuestras vidas para satisfacer la propia, pisoteando tradiciones y recuerdos en pos de una utopía que ha desbaratado a una nación entera.

¿Navidades en Cuba? A mí me las desenterraron a punto de cumplir yo los 30 años...
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domingo, 20 de diciembre de 2009

Soltando amarras...

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Llevo unos días con los dedos entumidos por aquí por mi blog personal. Literalmente. Desde que vivo en Alemania no habíamos tenido tres días seguidos hasta -13ºC durante el día. A lo sumo, por la noche, pero no por el día. Nada más hacía sentarme en la computadora, los brazos se me hacían un buñuelo y las palmas de las manos iban a parar al asiento, debajo de los muslos. Y así no hay quien escriba en un blog...

La nieve es bella. Me gusta pisarla y sentir el croaachchchch-croaachchchch cuando camino. También me invita al silencio y a la paz interior. Y a los niños les encanta también. Tampoco llega a tanto con lo de la nieve: hay quienes están peor...

Pero ya estoy desperezando los dedos, y es que tengo muchos temas pendientes que publicar en éste, mi diario digital. De amigos, de cosecha propia, de otros. También quiero dedicar un tiempo a las visitas a las casas digitales de los demás, sobre todo en estas fechas.

Los dejo mientras con el árbol navideño del centro comercial berlinés Alexa, del cual ya les he contado antes...


...y con un video de YouTube que a mí me ha encantado. ¡Este perro sí que está feliz en el frío!:


Poco a poco terminaré de soltar las amarras para seguir el ritmo en el bloguerío...
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miércoles, 14 de enero de 2009

Mami, ¿cuándo viene otra vez el Weihnachtsmann?

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Después de una gripe tremenda como en más de diez años no había tenido, retomo el mundo bloguero y con él, mis posts en éste, mi blog personal, ante la insistencia de mi niña. Bueno, no es que ella me anime a escribir en el blog, que en realidad ahora es que puedo hacerlo, con ella y su hermano ya dormidos en sus camas, sino por las preguntas que me hace a diario, una de ellas el tema hoy.

"Mami, ¿cuándo viene otra vez el Weihnachtsmann?". Esta mezcla Español-Alemán es de las constantes, a una semana de haber quitado el arbolito de Navidad de la casa. Para darles una pista: Weihnachtsmann = Papá Noel = Santa Claus. Y es que no fue suficiente cuándo ponemos el arbolito, o yo quiero que me traigan tal regalo, o cómo sabe lo que yo quiero, o por dónde va a entrar el Weihnachtsmann a la casa, sino que, pasadas las fiestas y guardados cada uno de los adornos del arbolito navideño, el tema no se va de encima del tapete.

La foto arriba es de mi niña el 24 de diciembre del 2007. Me dió tiempo a verle la carita que ponía a través del lente de la cámara. En el 2008 ya no fue posible, entró como un bólido a la casa y ni tiempo me dió a soltar la cartera. Y eso que ya había recibido otros regalitos con anterioridad, el mismo 25 . Pero qué va, no bastó: día a día pregunta cuándo viene otra vez en Weihnachtsmann y hasta ya ha hecho una lista de lo que quiere. ¡Dime tú! Y si la vieran qué alegría, emoción y entusiasmo pone a cada una de sus palabras...

Lo cierto es que, no sé todavía de una sola persona que haya "conocido" a Papá Noel cuando niña o niño y que se arrepienta ahora de haber vivido esos días, aunque fueran los regalos los más modestos, los recibidos. Mis padres siempre nos hacían los cuentos. Con eso ya debíamos conformarnos mi hermano y yo. En Cuba venían los Reyes el 6 de enero, según nos contaban ellos, pero la sentencia absoluta fue borrar todas esas tradiciones de las familias cubanas. ¡Zas!... de un plumazo. Con tantos niños muriéndose de hambre como hay en el mundo, vicios derrochadores que exaltan valores inadecuados no son compatibles con nuestra sociedad. Así nos llegaba a los niños la tradición de los Reyes Magos...

No siempre es una tarea fácil para los padres el comprarles regalos a sus niños. Les recomiendo lean las anécdotas de Diana y de Rosa al respecto. Por eso le agradezco a Lulita el haberme dado la idea de hablar sobre el tema, pues ella, cubana, como yo, lamenta, como yo, lo triste que fue no haber tenido esa ilusión a causa de una idea política errónea, cuando fue niña, como cuando lo fui yo.

Si Ud. me pregunta, sí, yo quise haber tenido Reyes Magos. Si Ud. me pregunta, sí, yo he sido feliz con lo feliz que ha sido mi niña abriendo sus regalos, los del Weihnachtsmann y los nuestros el día de su cumpleaños, por ejemplo. Si Ud. me pregunta, sí, yo ayudo también a niños necesitados con modestas donaciones que hago a una organización que los apoya. Si Ud. me pregunta, sí, yo estoy convencida de que el gobierno y la política que rigen un país absolutamente nada tienen que ver con las tradiciones, decisiones familiares, regalos en Navidad ni deseos de emigar de ninguna persona. ¿Y si le pregunto yo a Ud.?
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