
Hace unos días cuando iba para el trabajo, a la hora de subirme al ómnibus en la parada de la casa, busqué en mi cartera la tarjeta del transporte y... sorpresa: no estaba. Saqué mi monedero para pagar entonces uno de los tickets que vende el chofer, el de un sentido, con dos horas de validez, a 2,10 Euros... me faltaron 15 centavos. Bajarme y regresar a la casa parecía ser la fatídica opción pero la mamá de una niña del Kindergarten de mis hijos había visto mis apuros con el chofer, me llamó y me prestó 2 Euros, salvándome así de llegar tarde a una reunión importante. Pero bueno, ¿y el viaje de regreso?
Variantes en que pensé para el regreso a casa:
* Regresar caminando una vez terminara la reunión: descartado, muy lejos. Se trataba solamente de dos paradas con el ómnibus y una más con el tren urbano, pero en total significaban unos 45 minutos caminando, en el frío.
* Pedir prestados a alguien 15 centavos: ¿Pero a quién? La reunión no era en mi trabajo, donde conozco a mis colegas. ¿Estirar la mano en la calle e ir interrogando a quien me pasara por al lado como si fuera una "sin techo", como iba vestida?
* Regresar en taxi: me hubiera costado unos 15 Euros pero tenía el inconveniente de hacer esperar al chofer, si este aceptaba, para subir a la casa a buscar un dinero que tampoco allí tenía.
* De camino a la reunión, ir mirando hacia el suelo: a veces una se encuentra monedas que se les caen a otras personas. No, no tuve suerte: a nadie se le perdió nada.
* Buscar un banco en las cercanías del lugar a donde iba y retirar dinero allí: Tampoco tuve suerte, ni siquiera encontré uno fuera de la red a la que pertenece el mío. En esos otros bancos me cobran impuestos (4 Euros) por yo no ser cliente de la red a la que pertenecen ellos, pero no, ni un banco había por todo aquello.
* Pedir botella en un semáforo (pedir un aventón, pedir la cola): eso en Alemania no existe. El espacio no me alcanzaría aquí para listar los adjetivos con los que me hubieran podido calificar.
* Viajar "negro": Arriesgarme a montar sin el ticket y tener la suerte de que en ese viaje no pasara ningún inspector revisando. El ticket del mes lo tenía, en casa, pero pasar la pena de ser bajada del vagón para una multa de 40 Euros no me hacía ninguna gracia, ¡qué vergüenza!
* Comprar otro tipo de ticket: ¡Los hay, por suerte! El de "viaje corto" (hasta tres paradas con el tren urbano o hasta 6 con el ómnibus) cuesta solamente 1,30 Euros y hasta ahí sí llegaba mi capital, pero no estaba segura de que la combinación fuera posible: tren y ómnibus a la vez (y no uno solo de los dos).
Al final me decidí por la última de las variates. Y ahora reviso bien la cartera antes de salir.
¿Y Ud., qué hubiera hecho?