Los muebles de la sala de mi casa en Cuba (no hay manera que le diga de otra forma... seguirá siendo "mi casa") tienen una parte de mimbre, esa fibra vegetal con que se tejen cestos, canastas, muebles, entre otros objetos. A veces hay que cambiar el mimbre porque se pandea y llega a partirse, sobre todo donde uno se sienta. Mi abuelo barnizaba los muebles con una paciencia y precisión infinitas. Yo me sentaba a su lado y a veces me debaja ayudarlo un poquito. Son gratos recuerdos de la niñez.
Aquí en Alemania tengo un par de objetos de mimbre. Éstos encima del librero:
...y este precioso cesto que compré en las montañas Bieszczady, en Polonia, hace más de 5 años ya:
Pero hay un mueble que extraño muchísimo, de mimbre él completo. Lo llevaron mis abuelos paternos para la Habana a finales de la década del 60. Aquí lo pueden ver en la siguiente foto, donde están encaramadas las tres niñas lindas de la casa. Bueno, la de más a la derecha, salchichita hija de la del medio, murió en enero del año pasado (revisé otra vez y el post lo publiqué en el blog de mi papá en enero del 2008 pero la Caty murió en mayo del 2006). Quedan las otras dos perrunas, a las que también tengo tremendas ganas de ver...
11 comentarios:
Uno nunca deja de decir "mi casa", no importa cuántos años hayan pasado, es inevitable.
A mi me gustaban mucho los muebles de mimbre, eran cómodos, frescos y recuerdo a los que los arreglaban, iban por la calle, con el rollo de mimbre y las herramientas necesarias para reparar sobre todo los sillones. El primer juego de sala que tuve, cuando me casé, tenìa el sofá y los sillones de mimbre.
Qué linda foto la de las niñas de la casa.
Un abrazo.
Qué lindo, Agua! Y qué lindas las tres perritas cubanas! Qué bonito recuerdo!
Yo también le digo a "mi casa en la Habana" a mi casa... bueno, casa es un decir: era un apartamentico oscuro y cayéndose a pedazos, en un barrio que era candela brava!
Pero en ese barrio tuve algo que hasta llegar a Suecia pensé que era lo más natural del mundo y que había en todas partes: amor, ayuda mutua y la sensación de que perteneces a alguna parte, de que estás en tu lugar por derecho propio, en este caso por derecho de nacimiento supongo.
Recuerdo los muebles de mimbre y me encantan! No es lo mismo, en el calor del trópico, sentarse sobre el mimbre que sobre el vinyl! Si te sientas sobre el viny al mediodía en La Habana, se forman unos charquitos debajo de las asentaderas en ciertos sofases!
Oye, y las cesticas cuadradas, no serán de Ikea of Sweden? Yo tengo iguales pero no blancas sino color "natural".
Saludos mañaneros desde Suecia!
Si observas, la entrada de hoy está muy relacionada con el título de tu blog. Uno se aferra a los recuerdos. Es normal y los añora, mucho más en tu caso, tan lejos de tu Cuba. Buen fin de semana.
Buenos días por la man~ana!
He oído que los grandes coleccionistas pagan una fortuna por antiquísimos objetos de mimbre. Y leí en Wikipedia que en el antiguo Egipto ya se usaba el mimbre con estos fines... Wow....
Yo extran~o los de mi casa, Gladys,... sí, "mi" casa...
Silvita, son de IKEA!! Nos gusta mucho IKEA, cuando vino mi mamá a veces íbamos por el sólo gusto de pasear y ver lindos disen~os. Tengo que ir por estos días: la nin~a quiere meterse en el cajón con pelotas... :-)
Gracias, Froilán, por tu visita a este post, nítido ejemplo del título del blog :-)
Saludos para todos!
Que apañada !!!
Que foto tan buena la de esos tres miembros de tu familia en la Habana...!
Ay, estimada Aguaya, cuantos desarraigos...!
El viejo mimbre. Como me gusta. En casa tenemos unas cuantas canastas de mimbre. Gracias por el post. Tengo al finado Benedetti en el blog brindando una sesion de buena poesia.
Saludos desde Londres.
Me encantan los muebles de mimbre, si te digo que mi mama tenia dos sillones en mi casa en Cuba de mimbre que pasaron de la abuela a ella y para ella es una reliquia aquello. Los barniza y parecen como nuevos. Sobre todo lo que más recuerdo era aquel tric trac cuando me daba mi sillón con mi biberón.
Un beso amiga
ayyyyy, no se para que me he puesto a leer el post donde hablas de la muerte de la perrita, me hizo llorar muchisimo.
yo tambien recuerdo los sillones de mi casa, cuando voy a mi casa en cuba me adueño de uno de ellos y nadie me mueve de ahi, me balanceo de mala manera, como para aprovechar todo el tiempo que no lo había hecho, por eso en mi ultimo viaje no pude resistir a la tentación de traerme un par de ellos, fue mi unico equipaje de regreso pero aqui los tengo en mi casa de canarias y si que los disfruto, pero ademas si tengo visita a donde van a sentarse es en mis sillones cubanos. saludos desde canarias.
Qué bello post. El mimbre imprime tibieza sin igual y un toque distinguido y discreto a las decoraciones de la casa.
Me has hecho recordar este poema de Benedetti... y te lo envío por el aquello de que, la poesía, la buena poesía, no tiene dueño... Es siempre tan autobiográfica!
Un abrazo! Que lo disfrutes!
Mares Marrero.
Ésta es mi casa
No cabe duda. Ésta es mi casa
aquí sucedo, aquí
me engaño inmensamente.
Ésta es mi casa detenida en el tiempo.
Llega el otoño y me defiende,
la primavera y me condena.
Tengo millones de huéspedes
que ríen y comen,
copulan y duermen,
juegan y piensan,
millones de huéspedes que se aburren
y tienen pesadillas y ataques de nervios.
No cabe duda. Ésta es mi casa.
Todos los perros y campanarios
pasan frente a ella.
Pero a mi casa la azotan los rayos
y un día se va a partir en dos.
Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas dan afuera del mundo.
Mario Benedetti (1920-2009)
Publicar un comentario