
Pero en especial le regalo la flor también a María, de quien ya les he hablado-escrito en este blog. En su casa estuvimos el domingo y así pasamos un Día de las Madres como en familia. María me acaba de regalar esta bella nota escrita en Facebook. Yo la estoy contagiando a ver si acaba de abrir un blog... ¡GRACIAS, María!!! ¡Para mí fue un domingo especial!
ABRIR LOS OJOS
(Por María Mares Marrero)
"Después de prolongadas miserias para desollar el hastío se hace nuevamente la maravilla de los mensajes. Gracias a un ángel. Un ser nada mítico, sino feliz que disipa nieblas y estragos, regala felicidad a sus coterráneos, de humildad, llenas las manos. Sólo puede regalarse felicidad cuando se ha aprendido a ser feliz. Cuando los hallazgos llenan la vida, las sorpresas nos arrancan una sonrisa inusitada y la alegría se posa, vuelve a levantar los brazos de niña en alto, con un pez gigante.
El lunes amaneció modorro, recostado al santuario del silencio, de un gris apelmazado que parecía decir: venerad al mutismo. Desde que abrí los ojos ví, poco antes de las seis, la ternura irrefrenable de un sueño. Pájaros aleteando en los árboles confundidos con los gorjeos de ayer y las risas aún esparcidas por las paredes. Las sombras de nuestras tristezas petrificadas con el resplandor de la algarabía de los niños. Despojados todos de armaduras y máscaras... como en una buena familia; para celebrar el Día de las Madres. Nuestros hijos, tan diferentes tienen un denominador común: nosotras, sus madres cubanas, encontradas el segundo domingo de mayo, en Berlín, ciudad que todo lo atraviesa como un sendero profano. Comimos potaje de frijoles colorados. Me quedó como nunca! Pavo a la naranja o a la barbacoa? Pavo narancoa, barbanaran, arroz blanco desgranado, y nuestros presentes ausentes. Las evocadas abuelas-madres lejanas, repetidas indefinidamente en nuestras recetas y nuestra imagen dentro de los espejos. Ellas allí, todos los minutos, en ese ritual: encontrarse. Ellas saludadas y celebradas en el fuero interno de gestos, conversaciones cortadas, interrumpidas, retomadas, vueltas a lanzar al aire después de horas de hablar sin parar, del ir y venir de una habitación a otra, atender a los niños, el almuerzo... a mis hijos escabulléndose... Domingo inusual y bello... junto a un padre tan madre como sólo saben serlo los padres de verdad. Abel, sin Caín.
Sabía que llegarían puntuales. Dagmar, Aguaya, le llamamos en la blogosfera. Está por fín frente a mí. Mi nueva amiga. Entra serena, dulce, bella, alada. Parece salida de las imágenes de su blog... rodeada del cortejo de su familia. Su niña la precede con una antorcha, vencedora. La levanta y me dice: “- son flores para tí!” Su español es clarito como los arroyuelos de la campiña. Bello Día de Las Madres. Hace muchos, muchos años no teníamos uno así. Las horas transcurren con miles de temas sin abordar hasta la saciedad. Quedan los asteriscos colgando como globos por todas partes. Contienen la promesa de próximos encuentros. Ahora sabemos cuánto podemos decirnos en nuestro empeño por compartir este desarraigo provocado que produce nuevas raíces bajo el manto de la amistad.
Aguaya ha venido a reparar mi computadora y se sienta, sosegada, me explica el funcionamiento de los complejos artefactos. Estuve días sin escribir, sin acceso a la red. Casi me niego a respirar sin ello. Mis hijos al acecho se parapetan. También ellos tienen sus viejas computadoras destrozadas. Dagmar nos ofrece sus dotes con la humildad con que se extiende el pan y la sal al viajero. Abel, su esposo, sigue las huellas dactilares de la algazara. Pone serenidad en mis emociones. Me dice que está bueno el café que improviso, él, el cafetero del grupo!... Me regala un trazo pictórico inefable. Constriñe esa cierta incapacidad mía para no caer en mis oceanidades. Su sentido común en eso de criar hijos me conmueve. Este intercambio humano es grandioso. Me saca de mi ascetismo descomunal.
Con horas de retraso timbró por fín otra amiga. Lissy. Viene de morado. El traje imprime al domingo un toque festivo y jovial. - Es mi color preferido! La combinación congenia con sus acertados comentarios para repletar el espacio. Me siento en estado pletórico. Su cadencia es una campanilla de observaciones agudas, llenas del mejor humor criollo. Nos hacen reir y disfrutar. Pero nada como la sorpresa con la que irrumpe en nuestro encuentro: ella también ha traído su computadora! Tiene problemas y no sabe cómo solucionarlos. Dagmar no se inmuta. Tiene respuestas para todos. Son una riqueza que no teme perder aunque nos confiese que le inquieta pensar _“Y si no doy pie con bola!?” Da pie con bola y nos da lo mejor: su cariño, nos da su tiempo, su calma ante nuestros desesperos, sus conocimientos, la alegría de saber que con ella podemos contar. Es domingo, Día de las Madres. Nuestra amiga descansa. Ha atendido seis computadoras. Parece una doctora, no. Es una doctora! Sin bata blanca cura los estragos de nuestra ignorancia informática. Tranquila María! ¿Sabrá ella bien lo que significa ser inteligente, modesta, amable, y encima poder deshacer los descalabros que producimos a nuestros ordenadores? Aceptamos alegremente nuestra cómoda esclavitud. Dagmar colma esta tarde con su estado de armonía contagioso.
Hoy abrí los ojos y ví reflejos de arcoiris de ayer. Bajo el unfreundliche gris que se cuela por los ventanales, la casa permanece salpicada aún de lápices de colores, rayitos felices sobre hojas magulladas por el cansancio infantil. Colgué el dibujo que me regaló la niña de mi amiga. Se lo prometí. En la pinwand. Al lado las líneas del laberinto multicolor que trazó Dieguito, el más pequeño de todos. Aún no cumplió los dos años, pero come como un bendito, entiende todo lo que le digo, y se deja llevar, confiado, a tomar helado en la cocina. Lo siento sobre una silla. Está soñoliento, pero por nada del mundo perdería lo que ocurre a su alrededor.
Gema tiene la edad de mis hijos, en pubertad. Está orgullosa de su madre y me advierte que mejor la deje fregar. Regreso a la cocina a por el olor de la panetela. Platos, vasos y cubiertos, brillan. Lissy me tomó la delantera. Los más jóvenes se van con Gema y su música a otra parte. Ellas, hace poco tiempo que están aquí, pero mis hijos también hablan el español y aprovechan para enarbolar sus acentos. Lissy y Gema desafían los filos del alemán con dagas en la lengua. Decididas. En el alma la meta: avanzar! Hacer del destierro un acto de dignidad. Si aprender está vedado en nuestra propia isla arrancamos la savia a esta tierra. Vaya esfuerzo! Dejar trozos de salud enganchados en los senderos saboreando el amargor de este drama universal, entre las dulces gosolinas de los paisajes que nos exceden, como nuestras propias historias.
Nos despedimos en abrazos. La primavera preside una sencilla arquitectura; sin bufandas, ni sobretodos, ni botas mullidas, ni respiros blancos. Tal vez nuestra estancia aquí encierre algún secreto. Aprender a mirar en la vitrina de los sucesos apretados. Para luego llevarlos como tesoros extraídos, el día del retorno al futuro. Abrir el cofre en un acto candoroso, dejar que sean extraídas las joyas, expuestas las experiencias como posesiones privilegiadas. Revestidas de una semiausencia de pasado. ¿No es aprender el sentido de todas las cosas? Nos acercamos sorbiendo respiros en esta poco acendrada caminata. A mí me dura veintidós años, a Aguaya justo diez. Lissy ha comenzado hace apenas un par.
Esta mañana abrí los ojos y ví los muñecos sonriendo sobre el sofá, coronados con la misma sonrisa de los ángeles llegados ayer a disipar mis soledades. Pienso cuánto debo a mis amigos, dinamitados por los puntos del orbe. Dicen mis hijos que en Alemania no se da gran importancia a este día, pero a pesar de tal inclemencia recibí llamada de todos. Fui un poco más feliz a pesar de las atrosidades del mundo; de la represión y la falta de libertades. La dicha de hoy me fortalece. Nada mejor para seguir haciendo algo por Cuba. Enciendo las vibraciones de I can´t Be satisfied. Me lo envió JuanSi desde USA donde usa su libertad para contarme sus historias. Es cuestión de incitar a los sentidos, no dejar escapar la flor del suceso que se hace poesía. Revertirlo en pago a quienes necesitan mi mano en estos días. Tengo dos y ahora corren por este tablero para que pueda expresar mi cariño y agradecimiento sincero al gesto de esta amiga, de todos mis amigos. El halo que deja este Día de Las Madres reta los rumbos de las piedras rodantes... Estoy trabajando....... Gracias! A quienes tendieron su mano ayer. Mis hijos lo agradecen. Es bueno tener una madre que no los deje en la orfandad de los vientos. Orfandad, mi próximo poema. Abrigo en mi pecho la semilla... para que broten acordes a lo Muddy Waters... para no tener que escoger entre la destrucción o la inercia. No es lo que poseemos lo que somos, sino lo que damos, capaces de confiar en la continuidad de la vida. A pesar de nuestras fragilidades, del fin inevitable. Son mis historias inacabadas y no he recogido todo el fruto de la semilla, pero hoy abrí los ojos y ví a todos los amigos que caben en mi abrazo.
Berlín, mayo del 2009-
Poco después del Día de Las Madres."