Estos fueron los regalitos que los dos niños míos hicieron en el Kindergarten para regalármelos hoy, una florecita de papel y un corazón con besitos:
La niña me los enseñó el viernes, cuando la fuimos a buscar a ella y a su hermanito por la tarde, pero me dijo que los iba a esconder en el escaparate para que yo no los viera y así dármelos de sorpresa hoy domingo. Jijijijiji, y me los estaba enseñando al mismo tiempo...
Qusiera abrazar a mi mamá ahora pero está a casi 9mil kilómetros de distancia. Vive en Cuba.
No me arrepiento de haberme ido, al contrario, me siento muy orgullosa de lo que he alcanzado hasta ahora con mi esfuerzo, dedicación y disciplina. Pero son estas distancias geográficas y familiares las que alientan los desarraigos y estrujan un poco el pecho...
Pero la llamaré por teléfono, seguro, como cada año, cuando camine un poco el reloj para que las 6 horas de diferencia entre Berlín y la Habana no afecten mucho las rutinas diarias de ambas.
[Hoy hace un año publicaba yo en este blog un post con tema cubano: Un futuro ¿luminoso?]