
Otro post que escribo a ciegas... sin posibilidad de actualizarme sobre lo que se cocina en la blogosfera, ni de comentar en otros blogs, ni de agradecer o responder los comentarios que hacen en el mío, ni de enlazar a otros cuando escribo mi post... por culpa de Carpo y su pésimo servicio. Ya le dedicaré un post (que ni se merece) pero no sólo en Español sino también en Alemán, para que Google pitchee para acá a un par de teutones y si son de la prensa, mejor.
Pero al tema de hoy: mis hijos no les tienen miedo a los bichos. Yo sí, a algunos.
Mi mamá les tiene pánico a las cucarachas, lo que se dice pánico de verdad. A mí no me gustan pero puedo llegar a matarlas o a tirarles un chancletazo desde lejos. Aplastarlas con el pie me da asco. Mis hijos ni las han visto nunca, es el padre el que les dibuja a veces alguna en una hoja de papel. No, en Alemania no he visto a una sola cucaracha desde que llegué en el 99. A la cocina de un restaurant no he entrado aún, donde quizá puede que me encuentre alguna, déjenme aclararles antes de que me pregunten.
Tampoco he visto nunca a una hormiga en la casa ¡con tantas que a veces se aparecían en la cocina en La Habana! Y moscas, no, aquí no hay. ¡Qué tranquilidad! Las únicas inquilinas en el apartamento de Berlín son las arañas. Arañitas. Y los niños arman tremendo alboroto cuando ven alguna. Yo no armo ninguno cuando descubro una telaraña en el medio de la sala. Ahora que me acuerdo, tengo que quitar, a escondidas, la de la esquina del televisor...
Pues me gustaría que mis chiquillos pudieran coger en las manos a una rana, así refea como la de la foto, y ver lo que hacen con ella. Yo, ni mirarla, para serles sinceros, y menos que me salte encima, ¡qué va!. Les he hecho el cuento a ellos de un sapo grandísimo que había en mi casa hace años y que venía a bañarse en la palangana del lavadero del patio que ponía mi mamá para al menos poder limpiar la casa cuando el agua se iba. Ellos me abren los ojos cada vez, entusiasmados con la idea de bañarse ellos también en el lavadero o de jugar con el ofidio.
Desde hace un par de días está lloviendo en Berlín y me he acordado del concierto de ranas que a veces oía en Cuba. Lo extraño. ¿Y Usted, extraña algún sonido de bichos o a ellos mismos?