Los de fachadas y ventanales de cristales son los que más me gustan. Tan impecablemente unidos los cuadrantes entre sí... Tan majestuosos los cantos y los colores en tonos de gris azulado... Pero con la misma recuerdo también los de la Habana, tan bellos que fueron en su momento... tan poco que duraron muchas de sus ventanas...
En el país donde vivo ahora no hay grandes tormentas, ni siquiera un airecito que se respete. Y niños con tirapiedras haciendo de las suyas, tampoco hay. Quisiera tener un tirapiedras ahora en las manos, pasar los dedos por su madera bifurcada y agarrarla fuerte, jugar a estirar la liga amagando un lanzamiento. Son sólo recuerdos.
Usted traiga el suyo si quiere, pero le aconsejo que ni practique en las cercanías de un edificio de los que le comento: si se le va una piedrecita y va a parar a un cristal travieso, la va a pasar muy mal...









