Hoy les presento a uno de los que tampoco vive en Cuba, como yo, y que muy amablemente me ha enviado un texto suyo hace sólo unos minutos. Lo quiero compartir con ustedes aquí en mi diario virtual. Quién sabe si se anime de verdad en un futuro y se decida a abrir su propio espacio... ¡Ojalá!
Por PP, columnista invitado
Hace pocos días un vecino del barrio intentó contactarme por el Facebook desde su nueva residencia: USA. Nada extraño para los días de hoy; en un futuro seguro que sí lo será y en el pasado (y hoy voy a comentar el pasado) hubiera sido simplemente imposible imaginarlo.
Pues bien, no hay que remontar mucho; estábamos en los años sesenta en Cuba. Vivía entonces en un simpático y bastante colorido barrio de la Habana. Por aquel entonces todo era “puro” fervor revolucionario y la contraseña era bien simple: o conmigo o contra mí. No había espacio para términos medios... Mi familia era una de esas que pretendía negar lo inevitable: no contra ti y no contigo.
Muchas puertas del vecindario mostraban un nuevo adorno: un pequeño mas vistoso cartel bicolor (¿No imaginan cuales eran los colores que lo decoraban?) anunciando: “ESTA ES TU CASA FIDEL”. En la puerta de mi casa este cartel nunca fue colocado. En la de mi vecino, el que ahora vive en USA y utiliza el Facebook para contactar a los viejos conocidos, sí estaba reluciente. Mi memoria en este sentido es perfectamente fotográfica.

Los que no invitaban al “gran‐líder” a compartir su casa eran marcados por tal omisión y entonces se iniciaba sobre ellos una contienda desigual de chismes y mentiras que hacían infeliz a cualquier mortal. Martí una vez escribió: “[...] un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”. El “gran‐líder” utilizó innumerables veces este argumento como una incuestionable consigna revolucionaria. Y entonces, volviendo a la negación, yo me pregunto: ¿Cómo el apóstol podría medir la fortaleza de la injusticia? Inconmensurable quizás...
Hoy lo recuerdo y aún siento esa injusticia. Los padres de mi vecino (el que vive en USA y ...) se encargaron de recordarnos por mucho tiempo cuál era la diferencia entre ser sin sentir y sentir sin ser. A mi padre, por haber resistido sin abdicar por el ser sin sentir, le estaré eternamente agradecido. A todos aquellos que colgaron aquel cartelito bicolor y optaron entonces por sentir sin ser les propongo que, si abandonaron la trinchera (para utilizar el Facebook desde USA), les sirva de experiencia y que lo piensen dos veces antes de invitar a alguien a su casa.
[Nota aclaratoria y necesaria: Fidel, no te tomes tan a pecho el cartelito. Quédate, quédate mejor donde estás y no te creas lo de que esta es tu casa. Al menos mi blog, NO lo es NI lo será. Era sólo PP recordando el pasado... Por cierto, primera vez que veo el cartelito. Había oído hablar de él pero nunga tuve el susto.]