miércoles, 18 de junio de 2008

Chili con carne... y lo picante que es

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© freestockphotography

En la cantina (comedor) de mi trabajo había "Chili con carne" hoy, entre otros platos del menú. Yo habitualmente estiro la mano y lo pido pues siempre me gustaron las sopas, los ajiacos, las caldosas, los potajes, en fin, el Chili con carne me recuerda todos esos exquisitos platos que comía en Cuba hasta que ya no me cabía una cucharada más en la barriga.

Pero los alemanes tienen un problemita, al menos para mí: no compiten ni remotamente con los mexicanos pero a todo le echan pimienta "para sazonar", según ellos. Y a mí, que no estoy acostumbrada, la nariz se me llena de agua y en cuestión de segundos parece que tengo catarro y la lengua me arde. ¡Y hay que ver cómo mis colegas le echaban más pimienta y sal, por encima! Por eso un día que invitamos a unos amigos a comer a la casa no paraban de elogiar la comida que hicimos (¡no dejaron nada en las cazuelas!) y no querían creer que no tenía un grano de pimienta, algo que ellos usan "para darle sabor a las comidas", o al menos me ha dicho así una amiga.

He incorporado una paleta de nuevos sabores a mi paladar pero cuando hay pimienta de por medio, no disfruto la comida, aunque me guste tanto y deje el plato vacío como hoy en el almuerzo, secándome la nariz tras cada cucharada.
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