viernes, 16 de enero de 2009

Demoliendo... sin alborotar el polvo

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De construcción no sé nada, como tampoco de ninguna ingeniería afín. Pero quizá pueda dar, no obstante, alguna opinión sobre el tema. Deja ver cómo me sale...

Pues resulta que, desde que llegué a este país, no ha pasado un sólo día en que no me haya encontrado a alguien arreglando una pared, o a una firma reparando una estación de trenes, o a una grúa a lo lejos cargando un peso tremendo. El ímpetu constructivo se las trae. Y Berlín florece, de eso no les quepa la menor duda. Pero ¿y el polvo, dónde se mete? Esa pregunta también me la hago a diario, porque aunque "ahí está", yo no lo noto, la verdad...

Y ya descubrí por qué. Con unas semanas de atraso les enseño ahora estas fotos que hice en la estación de trenes urbanos Ostkreuz, al este de Berlín (sí, antes de que llegara la nieve...):


Dos semanas después:


¿Se fijaron en el detalle? ¡AGUA! ¡Tremendo chorro de agua para evitar levantar el polvo más de lo necesario! Yo esa no me la sabía. En Cuba nunca la vi. Y no tiene que ser agua de tomar, claro que no... ¡del Malecón para afuera se sobra!

Ahora me crucifican y me dicen que sí, que en materia constructiva eso existe desde hace rato en la Isla... pero no, yo nunca me percaté sino hasta el próximo aguacero. ¿Y en otros países, cómo es?
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